sábado, 20 de diciembre de 2014

DELIRANTES INVENTOS DEL SEPARATISMO

Esta mañana, me cortaba el pelo mi barbero dominicano. Le contaba algunas de mis peripecias por varios países americanos, cuando me soltó sin apenas venir a cuento aquello de “el oro que nos robaron ustedes los españoles”
De inmediato, me acordé de una anécdota que contaba Cela. Durante un viaje a México, un guía no paraba de reprocharle lo que “nos robaron ustedes los españoles”. Hastiado, Cela le preguntó cómo se llamaba; el guía respondió Porfirio Rodríguez. “Ah –exclamó Cela-; entonces,  el que robó todo eso que usted dice fue su bisabuelo Rodríguez. Yo soy español porque mis antepasados se quedaron en España”.
Todos los años que viví en América iba de asombro en asombro cuando me enteraba de las historias que contaban a los escolares. Pero como yo fui escolar en los tiempos franquistas, llegué a creer que el que recibió lecciones tergiversadas fui yo. Hasta que un día lo comenté con un profesor, judío por más señas, de Brasil. Me dijo lo que menos yo esperaba: “Cuando una colonia quería separarse de la metrópoli, los promotores de la independencia inventaban barbaridades que nunca ocurrieron”.



Es necesario tener en cuenta esta realidad histórica para entender las atrocidades que la generalitat de Barcelona obliga a “enseñar” a sus niños los maestros. Yo llevo más de cincuenta años de mi vida escribiendo y la mayoría de mis libros se han editado en Barcelona (aunque nunca más). Había observado en el pasado que al “corregir” mis originales los denominados “editores” cometían errores semánticos horrorosos: cambios de verbos o tiempos verbales, inclusión de adjetivos donde no había ninguno, y otros enlodamientos semejantes que ensuciaban originales muy limpios. Los últimos años se observa que estos errores se han multiplicado en las traducciones que leo de ediciones barcelonesas, pero lo más alucinante son la trampas propagandistas de los separatistas que incluyen algunas traducciones de novelas escenificadas en la Edad Media. He leído tres o cuatro veces que un peregrino o evangelizador dice en Francia ”voy a Cataluña”. Esto es una impostura inadmisible: En la edad media no había un estado llamado Cataluña, que era parte del Reino de Aragón. Lo más que podía decir el peregrino en cuestión es:”Voy al Condado de Barcelona”. Quien lea algunas de las cosas que los maestros enseñan actualmente por orden de la generalitat (como que Cataluña fue el mayor imperio de la historia), podría sufrir un infarto de la impresión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario