Todas las ciudades costeras de España que han tenido problemas como el Guadalmedina lo es para Málaga (rompecabezas muy común), lo han resuelto hace muchos años, incluyendo Almería y muchos pueblos pequeños.
Nosotros llevamos al menos tres siglos ansiando que nos quiten esta pejiguera separadora y desintegradora de la ciudad vieja. Ha habido toda clase de solicitudes, ruegos y resignaciones. Pero esta es la hora en que no sólo no se resuelve, sino que algunos iluminados inventan coartadas para que Málaga siga pareciendo pueblerina y aldeana. Tanto es así, que aunque la aspiración lógica sería CAUTERIZAR esa herida convirtiéndola en un gran paseo-gran vía, un partido que ha exhibido siempre gran hostilidad por el futuro de Málaga, se empeña en que nunca se realice el paseo, porque transformaría y engrandecería dramáticamente la fisonomía de Málaga. En cambio, quiere que creemos una especie de parque temático vegetal que no solucionaría la división urbana, ni la comunicación ni serviría de nada.
Hace poco tiempo, el ayuntamiento dijo que “cedía” la búsqueda de solución a Ciedes (un conglomerado de instituciones muy mediatizado y dominado por el PSOE). Probablemente, el ayuntamiento se arrepintió de inmediato de haber dicho eso, como se arrepintió Zapatero de haber dicho que aprobaría el “estatuto que el parlamento de Barcelona decidiera”. El ayuntamiento se arrepintió en cuanto vio la exposición de los trabajos que había seleccionado Ciedes. Todos, sin excepción, obedecían la estrategia política del PSOE y ninguno rozaba siquiera el anhelo secular de los malagueños. ¿NO LES PARECE SOSPECHOSO? Además, el concurso lo ganó un arquitecto que lleva decenios ejerciendo como arquitecto “oficial” del PSOE.
El Guadalmedina dejó de ser un modesto río a partir de la deforestación bélica de los RRCC y la consecuente erosión. Ahora, ni siquiera merece la definición de “arroyo”, porque se limita a ser el desagüe de una pequeña presa, que se usa sólo dos o tres veces al año. Toda la ciudad condicionada por un desagüe muy poco operativo.
Lo que unas quince generaciones de malagueños llevamos ansiando más de tres siglos es el Paseo-Gran Vía del Guadalamedina. Algo semejante, pero mucho más grandioso, que las Ramblas de Barcelona (rambla es, también, torrentera). Asimismo, Alicante (la mitad de Málaga) convirtió dos ramblas en paseos. Lo han hecho hasta insignificantes pueblos de Galicia.
¿Qué tenemos que hacer los malagueños para emprender esta tarea?
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