POR QUÉ
NO SOY ANDALUZ
La Transición Política española me pilló lejos de España. Viví las noticias de aquellos años con tanta intensidad, que lo relaté en una novela (que permanece inédita). Cuando empezaron a comentar el “café para todos” de Suárez, a mí me pareció bien que hablasen de esta región como una posible unidad autonomía. Ello a pesar de que ni en mi niñez ni en mi adolescencia había oído referencias de una vinculación geográfica unitaria de Málaga con las vecinas.
Durante4 aquellos años, vine a España todas las ocasiones que pude. A quien no haya sido emigrante tal vez le cueste entender que uno venga ansioso de bocadillos de chorizo o platos de callos. Uno de mis rituales al llegar a Madrid consistía en darme una vuelta por la Plaza de España, comer bocadillos de calamares y recorrer el Rastro. Como venía al menos una vez al año, trabé amistad con un joven que vendía símbolos “andalucistas”, que m,ás tarde supe que se vinculaba con el extraño partido fraguado por Rojas Marcos y su hermana Esperanza. En una de mis visitas, mi amigo me habló de que estaban organizando un “festival de la emigración andaluza” y me pidió que colaborase. Aunque no entendía por qué llamaban “emigrantes” a españoles que trabajaban en Madrid, acepté colaborar, sobre todo, porque hacía mucho que me preocupaba el bajo nivel de desarrollo de este sur todavía irredento. Entonces, yo me consideraba (y creo que era considerado) un buen rapsoda, con poemas de Neruda, Machado y García Lorca. Ante la petición de colaboración de mi amigo, compuse una rima (repleta de tópicos) que titulé “Andalucía despierta”.
Hago un inciso. A continuación de aquello, fueron infinidad las canciones, mensajes y otros que titularon igual, “Andalucía despierta”.
Vine expresa y provisionalmente para participar en el anunciado “Festival de la emigración”•, que se celebró en un antiguo pabellón del Real Madrid (donde ahora están los cuatro rascacielos).Recité “•Andalucía despierta” ante más de tres mil personas, por cierto, con la megafonía de Miguel Ríos controlada por él mismo y fui precedido de Menese y seguido de Jarcha (que no pararon de urgirme a que acabara)
En la rima mencionaba con una cuarteta a cada una de las provincias. Y ahí empezó mi desengaño. Cuando nombraba cada una de las capitales, las tres mil personas itrrumpían en aplausos ensordecedores. Aplausos para cada una… MENOS CUANDO NOMBRÉ A MÁLAGA.
En aquellos momentos, yo tenía al otro lado del mar un estatus excelente y no tenía la menor paciencia ante las impertinencias. Ëstuve a punto de interrumpir el recitado, decir una sonora grosería y bajarme del estrado. Pero tres mil personas agitando banderas me disuadieron.
Repito que yo nunca había oído nada de una unidad regional y lo ignoraba casi todo. Pero el disgusto de ese recitado me indujo a permanecer alerta. Supe de un dicho que circulaba por Sevilla y Córdoba: “Señores de Córdoba, señoritos de Sevilla y gente de Málaga”.” Y el refrán “malagueño es el peine pa que no peine”.
Desde el principio decidí que yo no quería pertenecer a esa unidad y, cuando volví a domiciliarme aquí, las actuaciones de la junta cortijera del PSOE acabó de decidirme a no considerarme andaluz ni amarrado.
YO NO SOY ANDALUZ. SOY MALAGUEÑO, CIUDADANO DEL ANTIGUO REINO DE MÁLAGA.
Y me da mucha vergüenza que me vinculen con la región peor educada y más subdesarrollada de Ëuropa.
miércoles, 31 de julio de 2019
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