La concejalía de Urbanismo de Málaga lleva muchos años, y decenios, luchando a brazo partido contra el mito de MÁLAGA LA BELLA.
No hay más que dar
una ojeada a la Equitativa, el centro Generación del 27 en Ollerías, el Instituto de la Juventud
de la junta tercermundista de los sevillanos en Carretería, el Hotel ibis, el
Hotel Málaga Palacio, el galpón industrial de la iglesia Stella Maris en plena
Alameda monumental, el mamotreto Mercado del Carmen insultando a la iglesia del
Carmen y el convento de San Andrés, algunos edificios muy indigestos en calle
Victoria, la profanación del convento de las Mercedarias con un pequeño
monstruo supuestamente destinado a servir de centro… ¡cultural! Y etcéteras
casi innumerables, con la conformidad (tal vez complicidad) del
colegio de arquitectos.
Dando un paseo por Málaga, dan ganas de concluir una
verdad incuestionable: si esta concejalía de urbanismo y el colegio de
arquitectos fueran de Praga, hace tiempo que habrían sido desterrados.
Lo más estrambótico y delirante es la norma que impide
derribar la fachada de CUALQUIER edificio viejo. Sólo la fachada, no importa lo
que se haga con escaleras, galerías, arcadas interiores, patios, columnas, etc.
Lo que importa a la norma son las fachadas antiguas… aunque no tengan NINGÚN valor
artístico. Una norma impuesta gracias a la insistencia de los tecnológicos y modernísimos
ideólogos del desastre atómico de Chernóbil.
En el caso de la plaza del Teatro, el asunto es particularmente
sangrante, según pueden ver en las fotos. Esta plaza se llama así porque ahí estaba el Teatro Principal, gran
coliseo de mi niñez; tenía un techo mural, como el Cervantes (y su fachada era mejor), que a saber qué
harían con él, pues la concejalía de Urbanismo permitió que se demoliera completamente y se levantara en su lugar un horroroso edificio de viviendas
OCUPANDO INCLUSIVE PARTE DE LA CALLE, EL RETRANQUEO ORIGINAL DEL TEATRO.
Ahora, llevamos muchos
años pasando a diario enfrente ante un derribo con las fachadas sostenidas por una
ingente y onerosa obra de ingeniería, fachada que no vale nada y que podría haber
sido reproducida en la obra nueva sin problema al carecer de arte alguno; ¿Moriremos sin ver este edificio reconstruido?
Hay
que preguntarse si el costo de esta impresionante obra de sostén de una
inútil fachada ha impedido que se realizase la obra proyectada, cuyo costo de
sótanos y cimientos se encarecería enormemente por la obligatoriedad de no afectar
unas fachadas anodinas.
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