viernes, 6 de agosto de 2010

BIOGRAFÍA DE LUIS MELERO PARA NO DORMIR

El alcalde de Málaga mandó cerrarme el Bar Pepeleshe (un mito en Málaga durante los años 80'), en venganza por mis comentarios en el Diario de la Costa del Sol. Años después, un concejal me confesó que lo que querían era que yo fuera a humillarme ante el alcalde, rogándole que me permitiera reabrir a cambio de parar de criticarle como el peor alcalde de la historia de Málaga.

LA MISMA NOCHE DEL CIERRE, ESTUVIERON HASTA LA MADRUGADA AMENZÁNDOME POR TELEFÓNO “te vamos a amarrar a las vías del tren, para que te corte los huevos”. Por la mañana me encontré las cuatro ruedas del coche rajadas. Tuve que esconderme en casa de Ceferino Sánchez (entonces todavía poderoso), hasta la hora en que me metí en el tren con rumbo a Madrid

HABÍA LLEGADO A MÁLAGA CON UNA CUENTA EN NUEVA YORK DE DOCE MILLONES DE PESETAS. Los dos encargados que tuve se compraron uno un piso y otro una furgoneta con lo que me robaron. Salí de Málaga con cuatrocientas mil pesetas.

Como todavía conservaba mi vitalidad, en Madrid me puse en marcha trabajando de free.lance en publicidad, y a los dos o tres años monté un estudio de diseño publicitario con el que trabajé muy bien hasta 1992. Cobraba por diseños de envase para Carrefour, Renault y otras a razón de 75.000 pesetas el diseño. La irrupción en 1992 de McInstosh produjo el efecto siguiente: decían enseñar “diseño” cuando lo que enseñaban era a usar la máquina. Pero un montón de adolescentes, trabajando en su dormitorio, empezaron a ofrecer “diseños” a 10.000. Presentándolos “impresos a color”, impresionaban a clientes muy ignorantes. Nos quedamos sin trabajo los 23 estudios de diseño principales de Madrid.

Yo decidí aguantar. Me compré un equipo McIntosh por un millón y medio de pesetas. El día siguiente a la compra salió un anuncio en el país donde MC ofrecía el mismo equipo por seiscientas mil pesetas. A trancas y barrancas, aprendí a usar el “free-hand” y “QuarX”. Pero tenía el siguiente problema: yo tenía una infraestructura costosa, con cinco empleados, pero tenía que competir con aprendices sin talento pero sin gastos, abaratando mis precios. Fui aguantando con las reservas que tenía, hasta que en 1995 dejé de poder seguir. Eso si, pagué todas las cuentas y me fui a Málaga sin nada.

Dos años antes, Antonio Romero me llamó para invitarme a comer en el restaurante de Las Cortes. Ese año, parecía que iba a ser alcalde. Durante meses y muchas comidas en el mismo sitio, no paró de decirme que me necesitaba en Málaga, que Málaga me necesitaba y que yo tenía que ayudar a “sacar Málaga adelante”.

Cuando resultó que la alcaldesa fue la ordinaria de Celia, Romero me dijo que no me preocupase, que iba a conseguir que algún organismo me financiara un proyecto de industria de artesanía que yo le había comentado. Durante año y medio, pasé haciendo antesalas en los despachos oficiales de Málaga… sin ningún resultado. Cuando con el último suspiro de energía que me quedaba monté una tienda de artesanía en Benalmádena, no tenía absolutamente nada. Ya en diciembre de 1996 intenté el suicidio después de una semana sin comer; me lavaron el estómago y, lamentablemente, me reanimaron a las 24 horas. Durante los tres meses siguientes, allí no se vendía un pimiento y comencé a experimentar la vida de mendigo. Como todavía trabajaba con Mc, falsifiqué recetas e intenté el suicidio cuatro veces más. La última, con cuatro cajas de Valium 10. Estuve seis días en coma pero mi familia ni siquiera llamó al médico. Mi hermana la mayor decía que yo fingía.

Entre tanto, un sobrino mío que me había avalado la compra de un Clio, indispensable para llevar adelante el negocio; como llevaba dos o tres meses sin pagar, me amenazó de modo irreproducible. Ante mi insistencia en que no podía pagar “por ahora”, su respuesta fue: sal y roba.

Pocos días más tarde, salí a buscar un sitio desde donde arrojarme (por lo visto, me haría falta veneno de caballo para matarme, porque tengo una resistencia bastante exuberante) Encontré el lugar, un edificio de 9 plantas a la derecha, entrando a Puerto Marina. Tenía un gran espacio diáfano al que se podía acceder. Permanecí casi una hora asomado a la balaustrada del noveno. Da mucho miedo la altura si intentas tirarte, no es el pacífico dormirse en tu cama con 150 pastillas en el cuerpo.

Por mi cobardía, regresé, cogí mis bártulos, llamé a un antiguo amigo de Madrid y me fui alli. No sé cómo pude llegar. Este amigo me acogió en un rincón de su oficina y cinco meses más tarde conseguí trabajo de guionista con Pepe Navarro. Desgraciadamente, a los dos meses Pedro J. Ramírez se cargó el programa y me quedé en la calle- .

Unos meses más tarde, todavía conseguí trabajo con Carlos Herrera, pero sólo duró 3 meses. Intenté toda clase de empleos, inclusive conserje y cosas semejantes, pero a mi edad se es un muerto civil.

Ya sólo me quedaba esperar la jubilación. En España, siempre he trabajado por mi cuenta y figuro haber cotizado como autónomo (el tiempo del estudio, pagaba 107.000 mensuales). Pero esto, por lo visto, no cuenta para la SS. Me atribuyeron la pensión mínima, 475 euros al principio; contaba, sin embargo con los libros míos que estaban vendiéndose bien. Y REPRESENTABAN UN SEGURO PARA LA VEJEZ, EN LO QUE HE TRABAJADO AFANOSAMENTE DURANTE 23 AÑOS.

Tengo muchos padecimientos, por lo que resulta asombroso mi aspecto, que por lo visto es el resultado de un fantástico autocontrol desarrollado en los difíciles años de la emigración. Diabetes, próstata, colesterol alto (no mucho), asma, alergia, un infarto cerebeloso el 5 de enero de 2007. La alergia me ha ido afectando progresivamente y el año 2008 fue terrible para mí. Ahogos insoportables, ataques de tos que me duraban largos minutos, etc. El médico me decía que soportaría mejor un clima marítimo. Hice cuentas y vi que los gastos serían menores en Alicante y aquí me vine, porque a Málaga he ido muy poco estos años, ya que mis dos enloquecidas hermanas se dedican a parar a la gente por la calle para contarle unas calumnias incalificables. Sólo he ido cuando me requerían para actos.

Mejoraron el asma y la alergia, pero…Durante todo el año pasado,. tuve que ir sobreviviendo con la pensión mínima, porque las dos editoriales me habían estado estafado (un amigo abogado de Madrid presentó los documentos a un colega suyo de Barcelona, especializado en derechos de autor). Según parece, la estafa hasta final de 2008 supera los 123.000 euros.

El 28 de julio me desahuciaron. Unos días antes, busqué una habitación realquilada que fuera grande, porque aunque dejé casi todo en el piso desahuciado, conservo, al menos, mi archivo literario de toda la vida (que es voluminoso), una modesta biblioteca y el equipo informático. La habitación me cuesta 210 euros, lo que es agónico para mí, porque también tengo que comprar medicinas que la SS no receta, como Hidroxil. Al parecer, la casera creyó que yo era mucho más joven. El día a día le demostró que tengo la edad que tengo, y comenzó a decirme de manera muy desagradable que “no puedo hacerme cargo”, “es mucha responsabilidad”, “tendrás que buscarte otra habitación”, etc. El día 1, disponiéndose a irse de vacaciones, me dijo que “necesito la habitación libre para limpiarla el día 9, porque el martes 10 llegan dos amigas de Buenos Aires.

¿Tengo mala suerte? ¿Alguien me ha echado mal de ojos? ¿Soy un suicida sin derecho a la vida?

1 comentario:

  1. Algunas veces la causa de su desdicha es evidente, viven en una relación incorrecta ya sea con Dios o con los demás hombres. Esto puede abarcar desde un resentimiento oculto hasta una rebelión manifiesta; de hecho puede ser cualquier cosa que ofenda la ley soberana de Dios de que debemos amarlo a El, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El problema puede ser mucho más sutil, como intentar vivir la vida cristiana con sus propias fuerzas, y muchas veces a pesar de tantas debilidades interiores que han sido causadas por heridas de la infancia. Por tanto, en contra de toda sabiduría aceptada, este material va a comenzar con uno de los hechos más difíciles que encontramos en nuestra búsqueda por lo mejor de Dios, y vendrá a ser más fácil a medida que progresemos. ¡Tratar de hacer el bien en nuestras propias fuerzas en muchas ocasiones terminara en fracaso y desesperación, e incluso en condenación! Si hubo algún caso de que “lo bueno fuera el enemigo de lo mejor”
    Licen JCR

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