domingo, 26 de junio de 2011
LARES MALAGUEÑOS PARA DESTERRAR EL MALFARIO
El escudo de Málaga me ha llamado siempre la atención, por una característica que no he visto en ninguno de los países donde he vivido: Sobre las almenas de un castillo que representa ser Gibralfaro, aparecen dos figuras acechantes o protectoras.
De niño, me preguntaba quiénes podrían ser esos que parecen guerreros. De mayor, aprendí que asedios fueron muchísimos los que Málaga padeció, pero que esos defensores lo eran sólo en un sentido simbólico. Las dos personas del escudo de Málaga son sus patronos, los santos Ciriaco y Paula. La fecha de su martirio, el 18 de junio, ha sido la fiesta mayor de Málaga desde tiempo inmemorial y un fantoche ignorante la sacó del calendario. Se basó en la información que le dio otro fantoche aun más ignorante que él y Málaga dejó de celebrar una de las tradiciones más antiguas de España.
Ustedes se preguntarán cómo se pudo llegar a tal exabrupto. Hasta finales del XIX la Fiesta Mayor de los Martiricos, junto a los Júas, era la mayor feria de España y parte del mundo; por su importancia y fama, propició que el baile por malagueñas se exportara a tantos sitios (Murcia, Canarias, Castilla, Córdoba, México, Cuba, Venezuela, Colombia..). Así fue de importante durante, al menos, cuatro siglos (aunque de la fiesta se ha conmemorado este año el 1.705 aniversario)
Pero llegó esa legión de negadores de lo malagueño que tanto han abundado por aquí, para nuestra desgracia, y con posiciones salvajemente tridentinas. Se valieron de la apreciación de un historiador perezoso y más obtuso que una esfera de vidrio, para señalar que el himno que se conserva desde antes de la invasión mora menciona a los cartagineses. La deducción del “historiador” en cuestión fue obvia; los mártires no eran malagueños, sino tunecinos. Por lo tanto, había que matar la tradición e inventarse otra. Para no competir de frente con nuestra Fiesta Mayor de Málaga, se inventaron los festejos de agosto –que se han llamado así hasta anteayer-.
Los historiadores más modernos afirman que hay que tener muy presente la lección de las tradiciones y darles más crédito que a sesudas crónicas. La tradición dice que los Martiricos fueron quemados en la desembocadura del Arroyo de los Ángeles. Hablan en el himno (refiriéndose al año 303) del rey cartaginés, lo que es perfectamente lógico; Málaga era tierra cartaginesa cuando la conquista romana y -como siempre pasa en tales casos- lo siguió siendo sociológicamente durante siglos. Imagino que muy poca gente diría “yo soy romano”, estando tan cerca la prodigiosa Cartago, cuyo estilo de vida compartía Málaga secularmente.
Si no fuéramos pusilánimes, los malagueños podríamos tener en junio la fiesta más multitudinaria y original de España: 18 al 24 de junio, una semana de verbenas, concursos populares, exposiciones de nigromancia y magia, feria taurina, conciertos, grandes júas como los que prohibió aquel fantoche, etc. etc. ¿Quién podría ambicionar más?
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