lunes, 19 de marzo de 2012

LA INSIGNIFICANCIA DE MÁLAGA

Inexplicablemente, las “fuerzas vivas” de Málaga y su esfera oficial han batallado arduamente desde el siglo XIX contra la personalidad malagueña y nuestras tradiciones.
La cosa comenzó con un exabrupto intolerable de Guillén Robles sobre nuestros patronos, que fueron entronizados oficialmente por los Reyes Católicos, y que los incluyeron en nuestro escudo; pero Ciriaco y Paula ya eran venerados desde el 303, cuando fueron lapidados en el cruce del Arroyo de los Ángeles con el Guadalmedina. Cuando los Reyes Católicos masacraron y vendieron como esclavos a los 11.000 habitantes de Málaga en 1487, quedaron sólo 300 cristianos, que mantenían viva la tradición de Ciriaco y Paula durante 12 siglos.
La fecha del martirio era el 18 de junio. Isabel y Fernando instituyeron esa fecha como Fiesta Mayor de Málaga. Los tres siglos y medio siguientes, esa fiesta de verbenas y cañas llegó a ser la más célebre de España, tanto, que la fama se extendió por las colonias americanas, donde adoptaron nuestra música y baile por doquier. Paradójicamente, ahora que no se bailan malagueñas en Málaga, los murcianos castellanos, canarios, mexicanos, colombianos, cubanos, venezolanos, etc., insisten en seguir cantando y bailando por malagueñas.

Tras la boutade de Guillén Robles, los incultos poderosos de Málaga se empeñaron en minimizar la fiesta mayor. Fundaron una fiesta a celebrarse en agosto, que se llamó “Festejos” (como diminutivo despectivo de la gran fiesta mayor), festejos que se llamaron así hasta los años 70 del siglo XX. Cuando Málaga fue sometida a Sevilla, los políticos nos incluyeron en su propósito de uniformar Andalucía bajo la férula y los gustos de Sevilla. Los festejos empezaron a ser llamados “feria”. Unos años más tarde, los psoístas, que tenían orden de someter y reducir Málaga, eliminaron la fiesta de los patronos de Málaga hasta del calendario.
El mismo alcalde que lo ordenó, mandó también prohibir y perseguir los júas, celebración emparentada con la de los patronos, pero mucho más antigua. Esta fiesta, motivada por el solsticio de verano, seguramente se celebra en Málaga desde hace unos 5.000 años. Pero es una fiesta popular, espontánea, cateta y levantina. Nuestra “clase alta”, heredera directa de aquella burguesía explotadora colonial del XIX, DESPRECIA PROFUNDAMENTE TODO LO MALAGUEÑO. Cuando yo ejercía el periodismo en Málaga, asistí muchas veces a expresiones de asco de Aparicio ante personas pobres que iban a pedirle favores y usaban palabras “de barrio”. Y ahí radica la cuestión. Por poner un ejemplo, en Madrid glorifican el carácter canalla de muchos de sus barrios, mientras que aquí, los barrios populares son tan despreciados, que hasta se cargaron el más importante de todos, el Perchel.
Si escuchamos hablar a varios de nuestros “prohombres”, veremos que disimulan el acento malagueño, aun a costa de no ser entendidos por el pueblo.
Cuando yo era niño, antes y después del 18 de junio toda Málaga era una fiesta. Había júas en muchos cruces de calles y las callejuelas eran decoradas por los vecinos con colchas, mantones de manila, etc., Muchas callejas, se convertían en escenas de Egipto, Harenes o Tablaos. Las verbenas eran tan numerosas como las peñas. Se acotaban los bailes callejeros con palmas formando arcos, entre bidones llenos de arena. En la penumbra de aquella posguerra hambrienta, esclava y macilenta, el 18 de junio era un espejismo de luz y libertad. Nadie bailaba sevillanas. Aparte de los bailes de moda, bailaban el vito, verdiales urbanos y algunos fandangos de Huelva.
Ahora, la comercialidad de las sevillanas ha matado el folclore andaluz. Las sevillanas son un instrumento de propaganda de Sevilla, útil en la estrategia psoísta contraria a Málaga.Y nosotros o nuestra clase dirigente ha permitido que la mercadotecnia sevillana acabe con lo nuestro. El actual alcalde de Málaga colabora en esa estrategia (acaso sin darse cuenta) apoyando sin condiciones los antiguos festejos y prohibiendo y persiguiendo todo lo concerniente al 18 de junio, incluidos los júas, además de usar incorrectamente la palabra “moraga”. .
Para cualquiera de más arriba de Despeñaperros, y como resultado de lo que las noticias destacan, Cádiz es más importante que Málaga (la dimensión de Cádiz es semejante a Marbella) Curiosamente, la fiesta en la que más invierte el Ayuntamiento de Málaga, apenas es “noticiada”, porque nadie se toma en serio la imitadora feria de Málaga y, además, porque coincide con las semanas grandes de Bilbao y San Sebastián, más otras 1.500 fiestas muy originales por toda España.
Ahí radica la insignificancia noticiable de Málaga, en su IMPUESTA falta de originalidad:
La feria de agosto, es una mala imitación de Sevilla, sin raigambre verdadera en las tradiciones de Málaga, porque las ferias son producto de la trashumancia, y Málaga no ha sido jamás trashumante, sino mercantil.
El carnaval se celebra en fechas no carnavalescas, extravagantes y arbitrarias, y, además, en vez de revivir el antiguo Carnaval de Málaga, copia malamente el carnaval de Cádiz.
¿QUË NOS QUEDA? Nada. No nos dejan hacer nada que pudiera asombrar a nadie.
UNOS JÚAS BIEN ORGANIZADOS, CON SUS VERBENAS, ADORNO DE CALLES Y CONCURSOS, ganarían “noticiabilidad” inmediata, que es lo que precisa el turismo capitalino.

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