Durante el siglo XX, y todavía ahora, los españoles hemos tenido que emigrar frecuentemente.
Como los estadounidenses que emigran a California, dentro de España emigrábamos con frecuencia a Barcelona. También emigrábamos a Hamburgo. Quienes hemos vivido en el extranjero y en Barcelona, apreciamos una paradoja horrorosa.
He vivido en ciudades extranjeras donde los españoles somos muy apreciados como empleados. Nunca he visto que a un español se le obligue a llamarse Barack o Adolf, o cualquier otra barbaridad, ni que les obliguen a estudiar en otras lenguas ni a aprender una historia inventada. Son incontables las escuelas en EE.EE., Alemania, Brasil, etc, donde los hijos de los españoles reciben educación en Español y nadie les dice que sus padres fueron asesinos tremendos.
Pero en Barcelona, y a causa del trato humillante que siempre hemos recibido los charnegos, muchos han sentido la necesidad de llamar a sus hijos con hombres inadecuados. Así, tenemos Adréu Buenafuente, Jordi González, Jordi Hurtado, etc. etc.-Nombres nacido de la desesperación de charnegos que se han sentido despreciados y minusvalorados y, a causa de su impotencia, decidieron que sus hijos simulen ser de lugar, para lo que se vieron obligados a dejarlos desculturizarse, aestudiar difícilmente en otra lengua y permitir que les cuenten que sus antepasados fueron seres horripilantes.
¿NADIE ACABARÁ CON ESTA PESADILLA?
jueves, 8 de noviembre de 2012
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