lunes, 7 de octubre de 2013

Concejalía de urbanismo de Málaga. CARÍSIMA BARBARIDAD

La concejalía de Urbanismo de Málaga lleva muchos años, y decenios, luchando a brazo partido contra el mito de MÁLAGA LA BELLA. 

No hay más que dar una ojeada a la Equitativa, el centro Generación del 27 en Ollerías, el Instituto de la Juventud de la junta tercermundista de los sevillanos en Carretería, el Hotel ibis, el Hotel Málaga Palacio, el galpón industrial de la iglesia Stella Maris en plena Alameda monumental, el mamotreto Mercado del Carmen insultando a la iglesia del Carmen y el convento de San Andrés, algunos edificios muy indigestos en calle Victoria, la profanación del convento de las Mercedarias con un pequeño monstruo supuestamente destinado a servir de centro… ¡cultural! Y etcéteras casi innumerables, con la conformidad (tal vez complicidad) del colegio de arquitectos. 
Dando un paseo por Málaga, dan ganas de concluir una verdad incuestionable: si esta concejalía de urbanismo y el colegio de arquitectos fueran de Praga, hace tiempo que habrían sido desterrados.
Lo más estrambótico y delirante es la norma que impide derribar la fachada de CUALQUIER edificio viejo. Sólo la fachada, no importa lo que se haga con escaleras, galerías, arcadas interiores, patios, columnas, etc. Lo que importa a la norma son las fachadas antiguas… aunque no tengan NINGÚN valor artístico. Una norma impuesta gracias a la insistencia de los tecnológicos y modernísimos ideólogos del desastre atómico de Chernóbil.


En el caso de la plaza del Teatro, el asunto es particularmente sangrante, según pueden ver en las fotos. Esta plaza se llama así porque ahí estaba el Teatro Principal, gran coliseo de mi niñez; tenía un techo mural, como el Cervantes (y su fachada era mejor), que a saber qué harían con él, pues la concejalía de Urbanismo permitió que se demoliera completamente y se levantara en su lugar un horroroso edificio de viviendas 
OCUPANDO INCLUSIVE PARTE DE LA CALLE, EL RETRANQUEO ORIGINAL DEL TEATRO. 
Ahora, llevamos muchos años pasando a diario enfrente ante un derribo con las fachadas sostenidas por una ingente y onerosa obra de ingeniería, fachada que no vale nada y que podría haber sido reproducida en la obra nueva sin problema al carecer de arte alguno; ¿Moriremos sin ver este edificio reconstruido? 
Hay que preguntarse si el costo de esta impresionante obra de sostén de una inútil fachada ha impedido que se realizase la obra proyectada, cuyo costo de sótanos y cimientos se encarecería enormemente por la obligatoriedad de no afectar unas fachadas anodinas.  

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