AHORA QUE ETA TRATA DE TENDERNOS OTRA VEZ LA TRAMPA,
VALE LA PENA RECORDAR UN ARTÍCULO ESCRITO HACE AÑOS:
Sobre la cuestión vasca
Durante los años vividos en la América hispana, observé por todas partes con angustia y desconcierto los efectos residuales de un fenómeno que, por las trazas, se dio en todo el continente antes, durante y después de la independencia: para exaltar a las masas, generar simpatías internacionales y conseguir adhesiones y medios, los poderes insurgentes tenían que criminalizar a la metrópoli, atribuyéndole las peores perversidades, porque era el único modo de obtener el respaldo mayoritario para unas tesis que muy pocas veces tenían otra textura ideológica que las mezquinas ambiciones personales y, en ocasiones, el resentimiento de los "libertadores".
De resultas de tales campañas, los españoles (no aquéllos, sino los actuales) somos caníbales, brutos y retrasados mentales en Argentina, ladrones en toda la ribera del Pacífico, sádicos en Venezuela y exterminadores en México.
A propósito, vale la pena recordar una anécdota que, creo, protagonizó Camilo José Cela: harto en el país azteca de que un guía le reprochara cuánto habíamos robado y masacrado los españoles, le preguntó: "¿Cómo se llama usted de apellido?", a lo que el guía respondió: "Rodríguez". Comentario del escritor: "Pues todas esas barbaridades que usted dice, las cometieron sus antepasados y no los míos, porque yo soy español, precisamente, porque mis tatarabuelos no vinieron aquí".
El poder propagandístico de la leyenda negra inducida llega hasta nuestros días.
Se da por cierto que la colonización española fue la más depredadora, pérfida y cruel de la historia, en vez de reconocer que todas las colonizaciones fueron iguales (y alguna, particularmente la inglesa, mucho más etnicista que la nuestra).
Tal poder continúa tan vigente, que muchos intelectuales españoles asumieron esa leyenda como dogma hace ya muchos años. Lo más pernicioso es que los periodistas españoles en general, y sobre todo los jóvenes (redondeada la infiltración de la deformadora mentira por los guionistas de Hollywood), la consideran una verdad incontrovertible sin plantearse dudas ni reflexionar, y así se percibe en el abordaje de las cuestiones americanas por la prensa española contemporánea un profundo sentimiento vergonzante de culpa, entre golpes de pecho "por lo canallas que fuimos".
El fenómeno se reinventa en Euskadi
América está llena de nombres vascos. Eran vascos, del Bidasoa, los astilleros donde se armaban los galeones del comercio con América y fueron vascos gran parte de los aventureros que cruzaron el Atlántico en busca de fortuna, lo que seguía ocurriendo en el siglo XX.
Yo les he visto antiespañolear activamente por doquier y he asistido en primerísima fila al envío de cuantiosos fondos desde una presidencia bancaria a Eta, en San Juan de Luz. En 1972 y sin chantaje.
Con tales antecedentes y con los tentáculos resultantes, seguramente es de América hispana de donde el nacionalismo vasco ha importado el diseño de su campaña de calumnias, que viene aplicando perseverante y eficazmente desde la instauración de la Democracia. "Calumnia, que algo queda", deben de pensar, y tanto queda, que ya se aprecian dos efectos muy sintomáticos:
A) Se manifiesta en los medios el hartazgo del pueblo llano de toda España, de manera que "vamos a darles lo que quieren... que allá ellos". Las llamadas al programa de María Teresa Campos y muchas cartas al director apuntan en tal sentido.
B) Son muchos más de lo que sería aceptable los periodistas que, basados en el espíritu de equidad, independencia y neutralidad que se enseña en la universidad, dicen ya que "hay que ser ecuánimes y tratar de entenderles". Lo hemos visto incluso en la comida de Primera Plana cuando asistió Pío Cabanillas. Muchos periodistas, sobre todo jóvenes (y generalmente los de menor solidez cultural, que son mayoría), han dejado de plantearse que no se puede ser neutral entre el ladrón y el tribunal que le juzga.
Tales actitudes no son sino los efectos que el terrorismo y el nacionalismo radical (y no sólo el radical) vienen procurando desde los delirios de Sabino Arana. Este personaje, tan próximo por fechas y por motivaciones a algunos "libertadores" de América, destiló resentimiento (y, por su biografía, frustración personal e indefinición erótica) en unos escritos que modernamente son la biblia del nacionalismo vasco, paridos cuando los vascos emigraban a Málaga para trabajar como criados.
El terrorismo y el racismo aranista
están consiguiendo lo que pretenden.
Encuentro tantos paralelismos entre el proceso hispanoamericano de los siglos XVIII y XIX y lo que se manifiesta ahora en Euskadi (y en menor medida en Cataluña), que supongo que no seré el único en advertirlo. De la inexistencia de menciones a estos paralelismos, deduzco que no es conveniente hablar ni escribir de ellos en público.
Los que buscan la segregación de Euskadi manejan una maquinaria propagandística formidable, constante y tesonera, desde hace muchos decenios. Lo que en épocas de menor libertad de expresión tenía poquísimas probabilidades de ser recibido como mensaje por la población, ahora se difunde con fluidez sin trabas, porque el periodista libre no ha sido educado para autocensurarse, de manera que reproduce sin críticas ni reflexión los mensajes propagandísticos de los segregacionistas. Así, se difunden ideas tan embusteras como:
El conflicto vasco. (Un "conflicto" exige de que haya dos partes enfrentadas y no únicamente una parte agresora de la otra).
Miembros legales de los comandos.
Hay otras soluciones que la policial. (La alusión peyorativa a lo policial soslaya el hecho de que la policía actúa por orden y al servicio del estado de derecho).
No nos entienden. (Esta referencia es tan elusiva y deliberadamente despistadora como las de todos los grupos religiosos que aluden a "misterios insondables" que los seres humanos no podemos comprender) .
Necesidad de diálogo (¿Para qué está el parlamento?).
Inevitabilidad de un proceso histórico que ya se comienza a percibir como imparable.
Lo malo es que estos mensajes, dirigidos a seducir a un público "pueblo llano" que, supuestamente, no reflexiona y los engulle como ruedas de molino, están siendo recogidos, digeridos y dinamizados por informadores profesionales. A pesar de esta evidencia, Arzalluz no para de calificar de "manipuladores" a todos los medios que no le jalean, con lo que niega y anula la mayor ante sus "clientes". Pese a que casi toda la prensa española sirve, aunque involuntaria e inconscientemente, los designios segregacionistas, éstos han logrado que los medios no independentistas sean considerados en Euskadi completamente increíbles.
Sin embargo, salvo los que sufren en carne viva los zarpazos del nacionalismo, todos los que escriben últimamente sobre la cuestión vasca parecen "robotizados" por los conceptos inoculados por la propaganda vasconacionalista. Una propaganda estudiada, organizada, meditada y puesta en funcionamiento orgánico, sin contrapartes detectables.
Necesidad de contrapropaganda
El examen más elemental de lo que viene ocurriendo en el País Vasco conduce a creer que se debe organizar un servicio inteligente de contrapropaganda.
Y da la impresión de que no existiera. Desde mi ingenuidad, supongo que será mentira lo que afirman Arzalluz y Anasagasti sobre el financiamiento de iniciativas ciudadanas (pero si fuera cierto, estaría muy bien hecho, aunque no sea suficiente).
Los estados formalmente más democráticos del mundo tienen sus servicios de propaganda más o menos secretos, y algunos muy secretos, sobre los que periodistas muy bien informados callan o hacen la vista gorda, para evitar alusiones a Goebbels y demás, porque es lícito proteger la democracia y el orden social con armas que a nadie perjudican aunque no sean transparentes.
Viendo que los periodistas, aunque de buena fe, se convierten en propagandistas de los designios de Arzalluz, Egibar y Otegui, conviene que exista algún ámbito (carente por completo de apariencia gubernamental), desde donde se difundan ideas que contrarresten tales designios.
Recursos contrapropagandísticos
Los lemas propagandísticos de estos independentistas no se pueden desarmar de frente. La descalificación frontal no obtendrá jamás resultado propagandístico. No se puede oponer la lógica al desatino creíble. No se puede explicar que "el conflicto norirlandés no tiene nada que ver con el problema vasco", porque mientras se entra en explicaciones, que son largas por exigencia intelectual, la credulidad antitética ya ha asumido la "verdad" contraria.
El pueblo llano tiende a creer con mayor facilidad al aparentemente débil que al que tiene el poder formal, el Gobierno. Para la masa no analista, el Gobierno lo puede todo y los demás, por brutos y desalmados que sean, siempre están en desventaja.
Por lo tanto, hace falta mucha sutileza para conseguir que se propaguen sin resistencia ideas neutralizadoras de las propuestas segregacionistas.
Creo que puede hacerse, aunque nunca desde algo que tenga apariencia de gubernamental ni institucional.
Conviene que los españoles (y sobre todo los vascos) dejen de creer que los vascos son superiores, desterrar ideas primarias e indocumentadas, como "no hay en el mundo puente colgante más elegante que el de Bilbao". Hay que difundir rápidamente la evidencia que defienden la antropología y los estudios modernos sobre el genoma, de que todos somos esencialmente iguales y convencer de que cuando un viejo padece demencia senil, como Arzalluz, aunque sea vasco es tan loco como cualquier loco en cualquier otro lugar.
Aparte de difundir contraargumentos, conviene desmontar el argumento convenciendo de la falta de crédito del argumentador:
Arzalluz dice locuras porque está loco (fácil de demostrar).
Arzalluz es un mentiroso compulsivo que miente con cinismo incluso, y sobre todo, a los vascos (facilísimo de documentar, p.ej. con el caso de la revista mexicana).
Anasagasti es veleidoso e inconsistente (muy fácil de demostrar).
Eguíbar tiene un coeficiente intelectual cercano a la subnormalidad (relativamente fácil de demostrar).
Ibarreche es débil y pusilánime (muy fácil de demostrar).
Otegui es una marioneta manejada desde las cloacas terroristas (facilísimo de demostrar).
Otegui es un terrorista confeso (documentado).
Actuar con ironía y con gracia es mucho más efectivo que hacerlo desde el dramatismo, aunque éste sea necesario además de inevitable. Sería de una efectividad demoledora emplear el humor, la ironía, el sarcasmo, la ridiculización y la caricatura para desmontar el entramado propagandístico independentista. (Cualquier observador puede constatar con cuánta efectividad usa Arzalluz
tales recursos ANTE SUS INCONDICIONALES).
Simultáneamente, habría que evitar el menor motivo al resentimiento colectivo de los vascos y al individual de estos personajes, con relación a la "institución" España.
Recursos legales
Da la impresión de que unas veces por oportunidadd sociológica y otras, por prestigio internacional, no se emplean todos los recursos legales de que dispone el Gobierno y que están claramente previstos en la Constitución. Supongo que ello está bien y es conveniente. Pero pudiera haber recursos legales nuevos que, usados con sutileza y con su sola existencia, ayudarían a desarmar la propaganda independentista. Cito un ejemplo:
Europa tendría que incluir entre sus principios el de que ningún territorio segregado de un estado miembro pueda acceder a la Unión Europea antes de transcurridos cien años desde la segregación. Naturalmente, se trata de una norma cuya aprobación no debería ser propuesta por Francia ni el Reino Unido ni, mucho menos, por España. Pero nuestro Gobierno debería ser capaz de convencer a un estado libre de sospecha, como, por ejemplo, Luxemburgo, de que la presentara en Estrasburgo.
Lo que creo que es suicida y muy malsano para la autoestima y el futuro común de los españoles es que las cosas sigan como van, sin contrarrestarlas. L.M.
lunes, 10 de enero de 2011
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